Description:Un ensayo sobre nuevas tecnologías, música y experiencia no podía dejar de lado las reflexiones que sobre ésta última hiciera hace ya unos cuantos años el filósofo alemán Walter Benjamin. En sus consideraciones sobre la poesía en Baudelaire, la función de la obra de arte en la era de la reproducción técnica o en sus análisis de los cambios que implicaban la novela y la información modernas con respecto a la narración tradicional, Benjamin acertó al detectar la aparición de unas nuevas modalidades de experiencia que violentan y ponen en tela de juicio nuestros modos tradicionales de percepción y cognición. Para Benjamin, las relaciones sociales en el contexto de las ciudades modernas, impuestas por el desarrollo de las nuevas formas de producción capitalista, así como la aparición de las tecnologías al servicio de la comunicación y la información, someten necesariamente a “crisis” la experiencia. Por eso George Yúdice abre este ensayo sirviéndose de una amplia gama de conceptos benjaminianos referidos a la experiencia (sensorium, recepción distraída, inconsciente óptico, shock o efecto de choque, pérdida del aura o del valor cultual -de culto- de la obra de arte, etcétera) que guiarán gran parte de su argumentación sobre la experiencia musical y el modo en que ésta se ha visto afectada en los últimos años por las innovaciones tecnológicas.Una de las consecuencias de estas innovaciones es la creciente ubicuidad de la mú pocos son los espacios donde no está presente. Del cine a los iPods, del hilo musical de ascensores y centros comerciales a los chips sonoros en las tarjetas navideñas pasando por la siempre agradable música a la que nos someten mientras aguardamos que nos atiendan al teléfono, nuestro paisaje sonoro tecnológicamente mediado resuena cada vez más. Hoy más que nunca, la música nos acompaña en todo momento y conforma nuestras experiencias. Esos sonidos que nos bombardean se han insertado en nuestro hábitat natural convirtiéndose, como diría Marshall McLuhan, en una especie de prótesis o extensiones de nuestros cuerpos, pues los extienden para manejarse en el entorno.Yúdice recupera un estudio etnográfico sobre el uso del walkman que reveló que los usuarios organizan y administran parte de su experiencia cotidiana mediante la selección y reproducción de música. La usamos para acompañar labores, deportes y ejercicio, alcanzar estados de ánimo, evocar u olvidar recuerdos y ,desde luego, para disfrutar de los sonidos que lo constituyen a uno como sujeto. Hoy el walkman ha sido sustituido por reproductores de MP3 como el iPod, pero su función sigue siendo la misma, esto es, ser un dispositivo protético que proyecta y contorna el espacio personal del sujeto, permitiéndole llevar su propia "banda sonora" y haciendo del sujeto que la porta un nuevo tipo de flâneur, que no sólo mira las mercancías en los escaparates de la ciudad, sino que lleva su propio repertorio sonoro consigo.Pero el que los usuarios del walkman o el iPod habiten una especie de universo propio consigo mismos y su “banda sonora” no quiere decir que no formen parte de redes de socialización vinculadas a la música. Para Yúdice, las mismas tecnologías que posibilitan este tipo de experiencia privada hacen posibles nuevas formas de interactividad, nuevas formas de fortalecer los lazos de afiliación y sociabilidad que conforman un nuevo tipo de experiencia colectiva. Fenómenos como You Tube o My Space son las muestras más visibles de esta dimensión social en un momento, el actual, en el que se produce, consume, comenta y comparte más música que nunca.Para articular esta doble dimensión entre lo subjetivo y lo colectivo, el autor divide la experiencia musical en efectos sensoriales y efectos socio-afectivos. Los primeros atienden a una concepción individual y psicológica del consumo de música y sirven a Yúdice para destacar la importancia de la sonoridad en el sensorium (conjunto de procesos de sensación, percepción e interpretación de información respecto del mundo). De este modo, el autor se opone a la prioridad de lo visual, propia de toda una ideología implícita que ha jerarquizado nuestros sentidos otorgando un mayor valor epistemológico a la mirada. Reflejando y alimentando esta postura, lo sonoro ha sufrido una desatención académica que se convierte en flagrante al ser comparada con la bibliografía consagrada al estudio de la visión y de las imágenes como conocimiento. Este aspecto se ha visto cuestionado en los últimos años, gracias a la gran cantidad de estudios musicales que han demostrado que la sonoridad es de igual o mayor importancia que la visualidad y que, en todo caso, los dos sentidos operan conjuntamente en nuestra relación con el entorno y en la configuración mental de la realidad. De ahí lo apto del término “audiovisual”, que haría justicia a la importancia de ambos sentidos para la experiencia.Los segundos, los efectos socio-afectivos, atañen a lo social, rebasando la dimensión psicológi...We have made it easy for you to find a PDF Ebooks without any digging. And by having access to our ebooks online or by storing it on your computer, you have convenient answers with Nuevas tecnologías, música y experiencia. To get started finding Nuevas tecnologías, música y experiencia, you are right to find our website which has a comprehensive collection of manuals listed. Our library is the biggest of these that have literally hundreds of thousands of different products represented.
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Por eso George Yúdice abre este ensayo sirviéndose de una amplia gama de conceptos benjaminianos referidos a la experiencia (sensorium, recepción distraída, inconsciente óptico, shock o efecto de choque, pérdida del aura o del valor cultual -de culto- de la obra de arte, etcétera) que guiarán gran parte de su argumentación sobre la experiencia musical y el modo en que ésta se ha visto afectada en los últimos años por las innovaciones tecnológicas.Una de las consecuencias de estas innovaciones es la creciente ubicuidad de la mú pocos son los espacios donde no está presente. Del cine a los iPods, del hilo musical de ascensores y centros comerciales a los chips sonoros en las tarjetas navideñas pasando por la siempre agradable música a la que nos someten mientras aguardamos que nos atiendan al teléfono, nuestro paisaje sonoro tecnológicamente mediado resuena cada vez más. Hoy más que nunca, la música nos acompaña en todo momento y conforma nuestras experiencias. Esos sonidos que nos bombardean se han insertado en nuestro hábitat natural convirtiéndose, como diría Marshall McLuhan, en una especie de prótesis o extensiones de nuestros cuerpos, pues los extienden para manejarse en el entorno.Yúdice recupera un estudio etnográfico sobre el uso del walkman que reveló que los usuarios organizan y administran parte de su experiencia cotidiana mediante la selección y reproducción de música. La usamos para acompañar labores, deportes y ejercicio, alcanzar estados de ánimo, evocar u olvidar recuerdos y ,desde luego, para disfrutar de los sonidos que lo constituyen a uno como sujeto. Hoy el walkman ha sido sustituido por reproductores de MP3 como el iPod, pero su función sigue siendo la misma, esto es, ser un dispositivo protético que proyecta y contorna el espacio personal del sujeto, permitiéndole llevar su propia "banda sonora" y haciendo del sujeto que la porta un nuevo tipo de flâneur, que no sólo mira las mercancías en los escaparates de la ciudad, sino que lleva su propio repertorio sonoro consigo.Pero el que los usuarios del walkman o el iPod habiten una especie de universo propio consigo mismos y su “banda sonora” no quiere decir que no formen parte de redes de socialización vinculadas a la música. Para Yúdice, las mismas tecnologías que posibilitan este tipo de experiencia privada hacen posibles nuevas formas de interactividad, nuevas formas de fortalecer los lazos de afiliación y sociabilidad que conforman un nuevo tipo de experiencia colectiva. Fenómenos como You Tube o My Space son las muestras más visibles de esta dimensión social en un momento, el actual, en el que se produce, consume, comenta y comparte más música que nunca.Para articular esta doble dimensión entre lo subjetivo y lo colectivo, el autor divide la experiencia musical en efectos sensoriales y efectos socio-afectivos. Los primeros atienden a una concepción individual y psicológica del consumo de música y sirven a Yúdice para destacar la importancia de la sonoridad en el sensorium (conjunto de procesos de sensación, percepción e interpretación de información respecto del mundo). De este modo, el autor se opone a la prioridad de lo visual, propia de toda una ideología implícita que ha jerarquizado nuestros sentidos otorgando un mayor valor epistemológico a la mirada. Reflejando y alimentando esta postura, lo sonoro ha sufrido una desatención académica que se convierte en flagrante al ser comparada con la bibliografía consagrada al estudio de la visión y de las imágenes como conocimiento. Este aspecto se ha visto cuestionado en los últimos años, gracias a la gran cantidad de estudios musicales que han demostrado que la sonoridad es de igual o mayor importancia que la visualidad y que, en todo caso, los dos sentidos operan conjuntamente en nuestra relación con el entorno y en la configuración mental de la realidad. De ahí lo apto del término “audiovisual”, que haría justicia a la importancia de ambos sentidos para la experiencia.Los segundos, los efectos socio-afectivos, atañen a lo social, rebasando la dimensión psicológi...We have made it easy for you to find a PDF Ebooks without any digging. And by having access to our ebooks online or by storing it on your computer, you have convenient answers with Nuevas tecnologías, música y experiencia. 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